“Desi* sobrevivió tráfico sexual, violación, estatus de refugiada y violencia familiar en los Estados Unidos—además de disturbios civiles en su país natal.
Con sólo 17 años de edad, y en los Estados Unidos como una refugiada legal de la costa occidental subsahariana de África, tratantes sexuales explotaron Desi.
Su tratante era un ciudadano estadounidense; un hombre adulto afroestadounidense. Él utilizó a su novia para reclutar a mujeres jóvenes que él pudiese vender. La mujer encontró a Desi en un salón local de trenzado de cabellos y le ofreció a ella un lugar para vivir.
El lugar resultó ser un departamento costoso en un alto condominio en una sección próspera de Atlanta.
Una vez allí, las cosas cambiaron. Le dijeron a Desi que ella les debía dinero. Ellos abusaron físicamente de ella y la amenazaron con matarla. La reclutadora publicó anuncios sexuales por Desi en la sección de clasificados en sitios web para adultos. Las golpizas, abuso verbal, mental y emocional continuaron por siete meses. El tratante sexual apuntaba una pistola sobre Desi mientras la violaba.
Desi estaba viviendo en un infierno.
Eventualmente, ella entró a un operativo policial encubierto local por accidente mientras se dirigía hacia una cita en un hotel de lujo en Atlanta. Ellos la arrestaron a pesar de su estatus juvenil. Una de las niñas en la cárcel conocía a Desi y le notificó a una organización no gubernamental que contactara a la Oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional (HSI, por sus siglas en inglés) del Servicio de Inmigración y Control Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés). Le conseguimos alojamiento, servicios sociales y asistencia médica.
Desi hizo un trabajo fenomenal como testigo contra su tratante; él fue encarcelado y la reclutadora también fue acusada.
Desi ha prosperado desde su liberación de la trata. Ella cursa estudios universitarios en enfermería y tiene un trabajo a tiempo completo. Desi es una de las mujeres jóvenes más fuertes que he conocido en mis 12 años trabajando con supervivientes de trata. Ella ahora es una defensora de víctimas de trata y habla públicamente sobre el problema.
Ella les dice a otras personas a dónde ir para encontrar ayuda”.
– Alia El-Sawi, especialista en asistencia a víctimas, Oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional, Atlanta, Georgia
Escuche y vea a Deanna “Dede” Wallace, especialista en asistencia a víctimas, relatar la historia de Sarah:
“He entrevistado a miles de menores víctimas de abuso sexual y explotación, pero un niño de ocho años de edad llamado Gabe me viene a la mente específicamente.
Conocí a Gabe en el Centro de Asistencia para Niños en Dayton, Ohio. En el centro tenemos crayones, pero también hay cámaras de circuito cerrado fuera de vista y espejos de doble cara para que la entrevista pueda ser grabada y observada. Se supone que el ambiente haga sentir a los niños cómodos—una difícil tarea, ya que en este cuarto es donde ellos deben discutir los detalles de su abuso sexual.
Gabe sufrió abuso físico por parte del novio de su madre y, cuatro años más tarde, fue explotado en línea por un depredador que se hacía pasar por una joven adolescente.
Gabe pensaba que él estaba ‘hablándole’ a una adolescente en línea; ‘ella’, de hecho, era un hombre de 36 años de edad intentando solicitar fotos de niños jóvenes. Una entrevista forense era necesaria para propósitos de identificación.
Niños como Gabe, quienes han sido abusados sexualmente y tienen dudas sobre la sexualidad, son particularmente vulnerables a depredadores en línea.
Durante la entrevista, Gabe habló sobre la explotación en línea y reveló información necesaria sobre el objetivo, pero cuando le pregunté sobre cualquier tipo de abuso sexual previo, él claramente se estremeció y dijo que no podía ‘decirme nada’ porque él nunca le había dicho a nadie y planeaba mantener ese secreto ‘para siempre’.
Establecí una relación con él y eventualmente sí me habló sobre el abuso sexual por parte del mismo novio que su madre tenía cuando él era joven —y con quien ella se había quedado, aún durante la batalla de custodia contra el padre, en la cual ella lo estaba perdiendo a él y a su hermano menor. Además del abuso sexual encubierto, el novio lo amenazó a él y lo forzó a abusar sexualmente de su hermano menor con una correa alrededor de su cuello.
Debido al trabajo de Gabe durante la entrevista, el fiscal presentó cargos contra el novio.
La fiscalía estuvo muy agradecida con la Oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional de ICE por el esfuerzo coordinado y la entrevista forense que afrontó la victimización en línea de Gabe y le brindó a él la oportunidad de hablar sobre su abuso sexual. Gabe y su hermano recibieron consejería y servicios de seguimiento mediante el centro de asistencia para niños donde se llevó a cabo la entrevista”.
– Amy S. Allen, especialista en entrevistas forenses, Oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional, Detroit, Míchigan
Esta es la historia de Gwen, interpretada al español según relatada por Amy S. Allen, especialista en entrevistas forenses:
“Vickki se crió en un vecindario dentro de un club de campo con padres que le enseñaron cómo fumar marihuana.
Una joven artista talentosa que ganó una beca completa para estudiar en una escuela de artes, ella comenzó a perderse durante sus últimos años de adolescencia. Mientras su uso de drogas progresaba, ella sostuvo relaciones con muchachos abusivos y posesivos y terminó embarazada.
A ella dejó de importarle lo que le sucedía luego de que su madre tomó custodia de su hijo.
Ella conoció a un chico que se convirtió en su tratante sexual. Su actitud era: “Por lo menos el cuidará de mí”. Él la controlaba con drogas, tortura y juegos mentales. Eso condujo a una adicción a la heroína y a pasar años dentro y fuera de la cárcel.
La Oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional escuchó sobre ella mediante una conexión en la calle y fue citada para un caso contra su tratante. Yo había escuchado sobre su reputación de ser una persona muy hastiada. Teníamos muy poca esperanza de que ella fuese a cooperar con nuestro caso. Ella le tenía mucho miedo a su tratante y se rehusó ir frente al gran jurado. Ella fue arrestada por no comparecer y se le asignó un abogado.
Tomó un verdadero esfuerzo en equipo para organizar una reunión con ella. La Oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional, los fiscales federales y la policía local trabajaron juntos para llevarla a la entrevista.
Mi primera impresión fue de una mujer quien había sido abatida tanto emocionalmente como físicamente. Su cara se veía pálida. Ella había tocado fondo.
Vickki estaba harta.
Al principio ella se encontraba muy resguardada. Ella me dijo que todo lo que le estaba ofreciendo parecía demasiado bueno para ser cierto. Mientras me seguía reuniendo con ella y el abogado de defensa, ella poco a poco comenzó a confiar en nosotros y a decirnos sobre su vida y que quería para su futuro.
Al principio, ella no podía hacer la conexión de que estaba siendo explotada.
Juntos, encontramos el mejor programa de recuperación –específicamente para víctimas de trata de personas— para sus necesidades. Ella me dijo que estaba ‘poniendo su recuperación’ en mis manos. Eventualmente, ella se graduó de un programa fuera del estado, comenzó un trabajo a tiempo completo y está trabajando para recuperar la custodia de su hijo. El salto de fe que ella tomó con nuestro equipo ha sido recompensado. Su valentía es una inspiración.
La valentía de Vicki me dio energía para seguir adelante y aprender más sobre cómo ayudar a otros”.
– Deanna “Dede” Wallace, especialista en asistencia a víctimas, Oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional, Washington, D.C.
“La criminal de guerra ruandés tenía un trabajo: ella decidía quien vivía y quien moría.
Más tarde, ella encontró refugio en los Estados Unidos —pero no por mucho tiempo.
El Programa de Asistencia a Víctimas intervino cuando 26 testigos de Ruanda vinieron a los Estados Unidos para testificar contra la criminal de guerra. Mi trabajo era cuidar de este grupo de personas vulnerables y prepararlos para ser testigos sólidos en corte.
Los testigos ruandeses llegaron a Nuevo Hampshire en el medio del invierno y no estaban preparados para el frío cortante de Nueva Inglaterra. ¡La mayoría de ellos nunca habían visto la nieve y muchos llegaron en sandalias y pantalones cortos! Tras publicar un llamado de ayuda por Facebook, pude recolectar equipo de invierno para todos y recogí abrigos, sombreros, guantes, bufandas, pantalones y botas.
Algunos de nuestros visitantes tenían problemas médicos que no podrían esperar hasta después del juicio. Un testigo tenía que ser hospitalizado por posiblemente tener tuberculosis. Para asegurarnos de que los otros testigos no estuviesen infectados, trabajamos estrechamente con el Hospital Concord y el Departamento de Salud Pública de Nuevo Hampshire. También les proporcionamos a los testigos transportación al tribunal para que testificasen cada día.
Últimamente, la criminal de guerra fue condenada por falsificar documentos gubernamentales para su ciudadanía aquí, recibió una pena de prisión y fue ordenada a ser deportada de regreso a Ruanda, tras cumplir su pena, para ser juzgada por sus crímenes de guerra en Ruanda.
La valentía que estas personas demostraron tuvo un gran impacto en mí.
Ellos vinieron aquí con una confianza total en nosotros y sin ningún otro objetivo que decir la verdad sobre el genocidio ruandés que ellos presenciaron. Al ofrecerles nuestra amistad, ropa cálida y necesidades básicas, pudimos ganarnos la confianza que ayudó a condenar a una criminal de guerra”.
– Peter DiMarzio, especialista en asistencia a víctimas, Oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional, Boston, Massachusetts
Esta es la historia de Millicent, interpretada al español según relatada por Peter DiMarzio, especialista en asistencia a víctimas:
* Para mantener anonimato, seudónimos han sido utilizados en lugar de los nombres de las víctimas.